INTERSECCIÓN DE LIBERACIÓN PROFÉTICA

Hechos 12:7-8 RVR1960| Y he aquí que se presentó un ángel del Señor, y una luz resplandeció en la cárcel; y tocando a Pedro en el costado, le despertó, diciendo: Levántate pronto. Y las cadenas se le cayeron de las manos. 8 Le dijo el ángel: Cíñete, y átate las sandalias. Y lo hizo así. Y le dijo: Envuélvete en tu manto, y sígueme.

Esta es la historia del apóstol Pedro, cuando estuvo a apunto de ser ejecutado por el rey Herodes, y estando dentro de la cárcel recibe una intervención divina que lo libró de la muerte y lo sacó milagrosamente de la cárcel. ¿Que provocó esto? Dice en Hechos 12:5| Así que Pedro estaba custodiado en la cárcel; pero la iglesia hacía sin cesar oración a Dios por él. El poder de la oración unánime trasciende fronteras y barreras, provocando que esta activara la mano de Dios y enviará un ángel para que librara a Pedro de las garras del enemigo.

¿Que aprendimos de esta historia?
Aprendimos que la oración nos hace dependiente del poder de Dios, y cuando dependemos de Él nada nos será imposible de alcanzar. Notemos esto; Pedro está encarcelado, pero la iglesia está orando, osea que el enemigo ya tenía planes con la vida de Pedro, y como lo iba a ejecutar; pero mientras la iglesia estaba de rodillas, llegarían amenazas o pensamientos de desánimo, pero aún así ellos no dejaron de orar, y vieron el poder de Dios levantándose a favor de su hermano, frustrando de esta manera los decretos de muerte que Satanás tenía sobre la vida de este apóstol, pero que Dios no lo permitió. Quizás tu casa o familia está siendo amenazada por la crisis, la enfermedad o simplemente brujos de tu alrededor queriendo destruirlos, pero mientras te mantengas de rodillas orando y permitiendo que sea Dios el que pelee por ti, nada podrá hacerte frente, porque Él se levantará a pelear por tu casa y ninguna enfermedad, crisis o enemigo oculto, podrá detener el destino que ya Él tiene diseñado para ti y tu familia.

Cuando pienses que no hay salida, ora, porque Dios hace cosas imposibles.
En Hechos 12:1-2| En aquel mismo tiempo el rey Herodes echó mano a algunos de la iglesia para maltratarles. 2 Y mató a espada a Jacobo, hermano de Juan. El rey ya había apresado a Jacobo y le había dado muerte, entonces la iglesia podía pensar que con Pedro pasaria lo mismo, y puedo imaginar que ellos dirigían la oración para que Dios le diera fortaleza a la familia de Pedro, para que soportaran la pérdida, pero esto no fue así, sino que la iglesia se levantó a orar sin cesar por la vida de Pedro, y esta oración provocó que un ángel del Señor descendiera para liberarlo de las garras del infierno. Aunque para el hombre la sentencia ya estaba dada, Dios una vez irrumpió de manera sobrenatural, y lo mismo va hacer contigo, Él hará su intervención divina, y los librará de la mano destructora, de la mano del cazador y de cualquiera que te este haciendo oposición en esta hora, porque ninguna arma forjada contra los santos hijos de Dios, podrá prosperar. Las pérdidas que has tenido en la familia, en la economía, quieren provocar en ti destrucción, pero en esta hora se ha levantado el Dios Todopoderoso a pelear por ti y te dará la victoria, en medio de todo este panorama que te ha venido rodeando. En esta hora todo principado tiene que retroceder, revístete de toda la armadura de Dios (Efesios 6:13-18) , y prepárate, porque vas a empezar a experimentar sus grandes maravillas y prodigios en tu vida.

Amado lector, Dios va ayudar a otros a través de tu oración, así que abre tu boca y profetizale a la situación, empieza a declarar con fe en aquello que tus ojos no ven, porque no se trata únicamente de ti, sino que también otros dependen de tu oración, y no te sorprendas, porque el enemigo tratará de traer problemas, para que no intercedas por otros, por esto debes fortalecerte cada día más en sus fuerza y no en las tuyas, recobra valor, porque todo lo puedes en Cristo que te fortalece (Filipenses 4:13), y lluvia de bendición se acerca pronto a tu vida, y todos lo verán. Amén.

La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con todos ustedes,
Fabio R. Ventura
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