Rut 1:1|RVR1960
Aconteció en los días que gobernaban los jueces, que hubo hambre en la tierra. Y un varón de Belén de Judá fue a morar en los campos de Moab, él y su mujer, y dos hijos suyos.
La palabra de Dios aquí nos abre un panorama para ver más allá de lo natural, cuando estamos en la voluntad del Señor esto no quiere decir que seremos eximidos de problemas, muchas veces pagamos aún las consecuencias de las malas acciones de los demás, pero que nos ayuda para aprender más de Jesucristo. Noemí y su familia salieron de Belén, que traducido quiere decir que salieron de la Casa de Pan a Moab, un lugar pagano donde la divina providencia de Dios, no estaba en ese lugar, provocando que grandes males llegara hasta estas familias.
PERMANECE EN EL LUGAR DE TU BENDICIÓN
El lugar de bendición es donde se invoca el nombre de Jehová, donde se respetan sus mandamientos, estatutos y se le busca de corazón puro. El problema de algunos es que desean la bendición, pero no someterse al Dios que da la bendición, y así no funciona, porque si disfrutamos de los beneficios de ser hijos de Dios también debemos sujetarnos a su disciplina para perfeccionar nuestro carácter. Puedes estar atravesando el proceso que se agotó el pan en la casa de pan, pero esto no quiere decir que a Dios se le acabó la harina o cerró la fábrica que lo produce, en ninguna manera, el cielo nunca deja de producir y Dios tiene muchas más fuentes de provisión para ese lugar.
Amado, debes entender que tu valor te lo da Jesús, no puedes permanecer donde no te valoran, donde debes mendigar la atención y el respeto, porque en las manos incorrectas no vales nada, pero en el lugar correcto vales mucho, así que asegurate de estar en el lugar correcto, porque Dios te plantó allí para ser de bendición para otros. Recuerda que caminamos por fe y no por vista, es mejor el desierto con Dios que la abundancia sin él. No pierdas la fe porque estás en escases, Dios tiene mucho que entregarte, pero antes debe enseñarte a valorar aquello que te dará.
Salmos 42:9-11 |RVR1960
9 Diré a Dios: Roca mía, ¿por qué te has olvidado de mí? ¿Por qué andaré yo enlutado por la opresión del enemigo? 10 Como quien hiere mis huesos, mis enemigos me afrentan, Diciéndome cada día: ¿Dónde está tu Dios? 11 ¿Por qué te abates, oh alma mía, Y por qué te turbas dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarle, Salvación mía y Dios mío.
La Gracia sea con todos ustedes,
Fabio R. Ventura
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|Abreviaturas de las diferentes Biblias utilizadas:
RVR1960| Reina-Valera 1960