2 Reyes 2:19-22 RVR1960|19 Y los hombres de la ciudad dijeron a Eliseo: He aquí, el lugar en donde está colocada esta ciudad es bueno, como mi señor ve; mas las aguas son malas, y la tierra es estéril. 20 Entonces él dijo: Traedme una vasija nueva, y poned en ella sal. Y se la trajeron. 21 Y saliendo él a los manantiales de las aguas, echó dentro la sal, y dijo: Así ha dicho Jehová: Yo sané estas aguas, y no habrá más en ellas muerte ni enfermedad. 22 Y fueron sanas las aguas hasta hoy, conforme a la palabra que habló Eliseo.
Hay momentos en los que todo en tu vida parece estar en el lugar correcto, pero aun así no ves fruto. Puedes estar en una buena iglesia, en un trabajo estable, en medio de una familia amorosa, pero sientes que algo no fluye bien. Algo dentro sigue seco, estéril o quebrado. Eso es lo que pasaba en Jericó: la ciudad estaba bien ubicada, pero el manantial estaba contaminado. El problema no era visible a simple vista. Estaba en la raíz. Y cuando nuestro manantial está enfermo, toda nuestra tierra sufrirá. Este pasaje no es solo una historia antigua; es un espejo profético para algunos de nosotros. Hay fuentes internas emocionales, espirituales o familiares que necesitan ser sanadas por el poder de Dios. No con fórmulas humanas, no con religión vacía, sino con una intervención directa de lo alto.

Cuando los hombres de la ciudad se acercan al profeta Eliseo, no maquillan la situación. Son sinceros, admiten: Las aguas son malas, y la tierra no da fruto. Esa honestidad fue el primer paso hacia la sanidad. Muchos llevan años dando vueltas en círculos porque nunca se atrevieron a decirle a Dios: Señor, el problema no está afuera, está aquí dentro de mí.
Ezequiel 36:26 RVR1960| Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne.
A veces, las aguas malas representan palabras malditas que alguien sembró sobre ti, experiencias que te marcaron, traumas que te robaron la capacidad de confiar, de soñar, de avanzar. Otras veces, es pecado oculto, rencores, falta de perdón, incredulidad disfrazada de lógica. La tierra era buena, pero estéril. Había potencial, pero no había fruto. ¿Cuántas veces sientes que llevas una unción estancada? ¿Que oras pero no fluyes? ¿Que sirves pero no ves transformación? Tal vez es tiempo de dejar que el Espíritu Santo entre en lo más profundo del manantial de tu alma.
La vasija nueva y la sal, porque Dios no usará lo viejo. Eliseo pidió una vasija nueva. No cualquier recipiente, sino nuevo, sin residuos, sin mezcla. Esto es un mensaje claro: No puedes cargar con lo viejo y esperar sanidad fresca. Hay ciclos que deben cerrarse, heridas que deben soltarse, vestiduras que deben cambiarse.
La sal, en las Escrituras, representa pacto, purificación y preservación. Pero la sal sola no tenía poder hasta que fue puesta en el lugar correcto, por el profeta, bajo mandato de Dios. Esto habla de obediencia profética y de entender los tiempos espirituales. Dios te está llamando a ser vasija nueva, para que en ti derrame Su pacto de restauración y tú seas instrumento para sanar generaciones.
Juan 7:38 RVR1960|El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva.
El manantial fue sanado, no solo el agua visible. El profeta Eliseo no echó la sal en la cisterna, ni en el río. Fue al manantial, al origen. El milagro ocurrió en lo profundo. Cuando Dios sana, lo hace desde la raíz, la esterilidad se acabó, el ciclo de muerte terminó. El lamento de generaciones se quebró, la tierra volvió a respirar. Todo porque alguien obedeció a Dios en lo espiritual, aunque el problema parecía natural.
Amado lector, Dios quiere llevarte hoy al origen de lo que no ha fluido bien en tu vida. No para señalarte con culpa, sino para sanarte. No basta con oraciones superficiales, necesitas ir a lo profundo, donde nadie más ve, donde solo Dios puede entrar. Es hora de que tú también seas ese manantial restaurado, porque cuando Dios sana tu fuente, todo lo que fluye desde ti empieza a dar vida: Tu ministerio, tu familia, tus finanzas, tu mente, tu corazón. Oremos juntos, Padre Celestial, hoy no me conformo con que mi vida aparente estar bien. Si hay una fuente contaminada en mi interior, te ruego que vayas hasta allí. No quiero seguir siendo tierra estéril. Sana mi manantial. Declaro que tu Palabra es la sal que transforma, restaura, purifica. Hazme vasija nueva. Restaura lo que otros contaminaron. Limpia lo que las lágrimas no han podido lavar. Y hazme un canal de agua viva para otros. En el nombre de Jesús, ¡Amén!
Éxodo 15:26 RVR1960| y dijo: Si oyeres atentamente la voz de Jehová tu Dios, e hicieres lo recto delante de sus ojos, y dieres oído a sus mandamientos, y guardares todos sus estatutos, ninguna enfermedad de las que envié a los egipcios te enviaré a ti; porque yo soy Jehová tu sanador.
Con amor,
Sandra Patricia Ventura
Abreviaturas de las Biblias utilizadas:
RVR1960|Reina-Valera 1960