Día 19: Derribando al gigante

Deuteronomio 28:45, 49-50 NTV| 45 »Si te niegas a escuchar al Señor tu Dios y a obedecer los mandatos y los decretos que él te ha dado, todas esas maldiciones te perseguirán y te alcanzarán hasta que quedes destruido.
49 »Desde un extremo de la tierra, el Señor traerá contra ti a una nación lejana que te caerá encima como un buitre en picada. Es una nación que habla un idioma que tú no comprendes, 50 un pueblo cruel y feroz que no muestra respeto por los ancianos ni piedad por los niños.

Este pasaje, aunque fuerte, revela una verdad espiritual: Los gigantes en nuestra vida muchas veces no son simples problemas, sino estructuras levantadas contra Dios que buscan someternos al miedo, la esclavitud y la derrota. No siempre son hombres armados o enemigos visibles; en ocasiones son opresiones internas, patrones de pecado, pensamientos arraigados, incredulidad, o incluso sistemas que se levantan para oprimir al pueblo de Dios. Los gigantes no se derriban con armas humanas ni con estrategias terrenales, sino con una confianza radical en el Dios Todopoderoso. Cada creyente, tarde o temprano, debe enfrentar a esos enemigos feroces de rostro, que parecen más grandes, más fuertes y más dominantes, sin embargo, cuando caminamos bajo el amparo de la obediencia y la presencia del Espíritu Santo, podremos derribar toda fortaleza, porque el gigante nunca es más grande que nuestro Dios.

Tres principios para derribar gigantes:

1. Reconocer que la verdadera batalla es espiritual, no natural
Muchos se enfocan en el tamaño del gigante o en lo imposible de la situación, la Escritura nos dice: ¿Qué confianza es esta en que te apoyas? Este fue el mensaje que Rabsaces envió para atemorizar a Jerusalén. El enemigo siempre vendrá con voces que buscan intimidarnos, hacer que dudemos de nuestra fe y que perdamos confianza en Dios; el primer paso para derribar gigantes es silenciar esas voces con la verdad de la Palabra, no podemos pelear desde el miedo o la carne; debemos pelear desde la convicción de que la batalla es espiritual, y que en Cristo la victoria ya está asegurada.

Isaías 36:4 RVR1960|a los cuales dijo el Rabsaces: Decid ahora a Ezequías: El gran rey, el rey de Asiria, dice así: ¿Qué confianza es esta en que te apoyas?

2. Derribar primero las fortalezas internas
El mayor gigante no siempre está afuera, sino dentro. El orgullo, la duda, la falta de perdón o la incredulidad muchas veces son fortalezas que nos limitan más que cualquier enemigo externo. La Escritura declara que el pecado del pueblo de Israel, provocó que Jehová quitara el rostro de delante de ellos.  El fracaso del pueblo de Israel no fue la fuerza de sus enemigos, sino su propia desobediencia interna, porque para derribar los gigantes, debemos primero identificar y destruir aquellas estructuras internas que dan derecho al enemigo; no basta con gritar contra lo externo si dentro seguimos alimentando lo que nos derrota. El Espíritu Santo es quien revela y limpia para que podamos enfrentar la batalla con autoridad.

2 Reyes 17:22-23 RVR1960| 22 Y los hijos de Israel anduvieron en todos los pecados de Jeroboam que él hizo, sin apartarse de ellos, 23 hasta que Jehová quitó a Israel de delante de su rostro, como él lo había dicho por medio de todos los profetas sus siervos; e Israel fue llevado cautivo de su tierra a Asiria, hasta hoy.

3. Levantar altares de obediencia y confianza radical en Dios
Un gigante no se derriba solo con un acto de valentía, sino con una vida fundamentada en la obediencia a Dios. La victoria comienza en el altar secreto, no en el campo de batalla. El rey Ezequías y el profeta Isaías no salieron con espadas a pelear; ellos levantaron oración y dependieron de Dios, y un ángel fue enviado para derribar el gigante que parecía imposible. El principio es claro, cuando tu confianza no está en tu fuerza, sino en el poder del Dios vivo, Él mismo se levanta a pelear tus batallas. La obediencia nos abrirá la puerta a lo sobrenatural.

2 Crónicas 32:21 RVR1960| Y Jehová envió un ángel, el cual destruyó a todo valiente y esforzado, y a los jefes y capitanes en el campamento del rey de Asiria. Este se volvió, por tanto, avergonzado a su tierra; y entrando en el templo de su dios, allí lo mataron a espada sus propios hijos.

Amado lector, los gigantes que enfrentamos hoy pueden tener diferentes rostros, algunos los conocemos como: adicciones, miedos, opresiones espirituales, estructuras de pecado, divisiones familiares, cargas financieras, enfermedades o ministeriales; pero no importa su tamaño, porque nuestro Dios tiene el poder de derribarlos. La clave está en reconocer que la batalla es espiritual, derribar primero las fortalezas internas, y comprometerse a levantar altares de obediencia y confianza en Él. Cada gigante derribado no solo es una victoria personal, sino un testimonio para otros de que Jehová sigue siendo Dios Todopoderoso, y que Él mismo pelea por Su pueblo.

Oremos juntos, Padre Celestial, hoy me presento delante de ti reconociendo que hay gigantes que han querido intimidar mi fe y detener mi propósito, te pido que me enseñes a ver con ojos espirituales, que me muestres las fortalezas internas que debo rendir, y que mi vida sea un altar de obediencia donde tu gloria descienda. Declaro que no pelearé en mis fuerzas, sino en el poder de tu Espíritu; hoy me levanto en tu nombre, sabiendo que cada gigante caerá delante de tu presencia. En el nombre poderoso de Jesús, amén.

Josué 1:9 RVR1960| Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas.

Con amor,
Sandra Patricia Ventura

Abreviaturas de las diferentes Biblias utilizadas:
NTV|Nueva Traducción Viviente
RVR1960|Reina-Valera 1960

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