Hebreos 12:15 NTV|Cuídense unos a otros, para que ninguno de ustedes deje de recibir la gracia de Dios. Tengan cuidado de que no brote ninguna raíz venenosa de amargura, la cual los trastorne a ustedes y envenene a muchos.
Hay heridas que no permanecen abiertas porque duelan, sino porque fueron justificadas. Y esta es una de las trampas más silenciosas del corazón; aprender a convivir con la herida, explicarla, defenderla, protegerla, en lugar de sanarla. Muchos no están atados al pasado por lo que les hicieron, sino por la narrativa que construyeron alrededor de eso que les hicieron. Y mientras esa narrativa no se rinda a Dios, la herida seguirá gobernando decisiones, reacciones y relaciones, y Dios quiere que antes de pasar a un nuevo año, puedas entregar esta herida; que no pases al siguiente año siendo el mismo.

La Escritura no advierte sobre la herida, advierte sobre la raíz, porque la herida es un evento, pero permanecer así, es una decisión. La herida ocurrió una vez, pero la raíz se alimenta cada día con recuerdos, pensamientos y justificaciones internas. Por eso la Biblia en Hebreos es tan clara: esa raíz estorba; no te destruye de golpe, sino que te frena, te contamina, y te limita sin que te des cuenta.
Notemos esto: justificar una herida no la hace más legítima, la hace más profunda; y cuando repetimos durante mucho tiempo que tengo derecho a sentirme así, sin darnos cuenta estamos dándole permiso a la herida para quedarse, y aunque el dolor fue real, sostenerlo se convierte en una elección. Dios nunca minimiza el daño, pero tampoco permitió que lo usaramos como excusa para vivir atados.
Muchos quieren avanzar espiritualmente, pero reaccionan desde viejas heridas. Oran, pero no le permiten al Espíritu Santo escudriñar el corazón, y si no estamos sanos, no podremos amar a otros con confianza. El Espíritu Santo hoy no viene a acusarte, viene a confrontarte con amor, porque no puedes seguir llamando prudencia a lo que en realidad es una herida abierta que busca protegerse.
Salmos 139:23-24 LBLA| 23 Escudríñame, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis inquietudes. 24 Y ve si hay en mí camino malo[a], y guíame en el camino eterno.
Amado lector, mientras sigas defendiendo la herida, seguirás limitando el alcance de la Gracia Divina. La sanidad no comienza cuando entiendes lo que pasó, comienza cuando decides no seguir viviendo desde allí. Este es un día para permitir que Dios toque la raíz de amargura que ha brotado en ti. No el síntoma, no la superficie, sino lo profundo. Que en este momento esa raíz sea sanada, para que el corazón vuelva a respirar con libertad, y tu fe sea fortalecida, y tu futuro deje de estar condicionado por el pasado.
Oremos juntos, Padre Celestial, hoy renuncio a toda justificación que he usado para sostener heridas no sanadas. Te entrego lo que dolió, lo que me marcó y lo que me condicionó. Sana la raíz que ha estorbado mi crecimiento y llévame a caminar en libertad. Señor, hoy decido confiar en ti, más que en mi dolor y recibo tu gracia para avanzar sin cadenas. En el nombre de Jesús, amén.
Salmos 147:3 RVR1960|Él sana a los quebrantados de corazón, Y venda sus heridas.
Con amor,
Sandra Patricia Ventura
Abreviaturas de las Biblias utilizadas:
NTV|Nueva Traducción Viviente
LBLA|La Biblia de las Américas
RVR1960 | Reina-Valera 1960