2 Timoteo 1:7 RVR1960|Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio.
El temor es una de las armas más sutiles que el enemigo usa para paralizar a los hijos de Dios. No siempre se presenta con gritos o amenazas; a veces llega disfrazado de inseguridad, ansiedad o duda. Pero cada vez que el temor gobierna, la fe se debilita. Por eso, durante este tiempo de ayuno, debemos pedirle al Señor que rompa las cadenas del miedo y llene nuestro corazón de confianza en Su presencia. Ten esto presente, el temor no proviene de Dios, porque Su amor perfecto echa fuera todo miedo.

1 Juan 4:18 RVR1960|En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor; porque el temor lleva en sí castigo. De donde el que teme, no ha sido perfeccionado en el amor.
Cuando aprendes a mirar las circunstancias con los ojos de la fe, el temor pierde poder. Pedro caminó sobre las aguas mientras su mirada estuvo en Jesús; pero cuando enfocó su mirada en el viento, tuvo miedo, ansiedad y comenzó a hundirse; así también nos sucede a nosotros, cada vez que quitamos la vista del Señor, el enemigo intenta hundirnos en el temor.
Amado lector, el ayuno te enseña a fijar tus ojos en Cristo y no en lo que te rodea. No estás solo en la batalla, Dios pelea por ti, te sostiene y te da el poder para levantarte por encima de cualquier temor. Así que abre tu boca y empieza a decretar, empieza a creer y a confiar que el Señor contigo está. Ten presente que el temor no se vence con fuerza, sino con fe, y cada vez que eliges confiar en la promesa de Dios por encima del miedo, das un paso más hacia tu victoria. Oremos juntos, Padre Celestial, gracias porque tu amor me da seguridad, hoy renuncio a todo temor que haya querido detenerme, declaro que no tengo espíritu de miedo, sino de poder, amor y dominio propio. Jesús, ayúdame a mantener mis ojos puestos en ti, y a caminar sobre las aguas con fe, en el nombre de Jesús. Amén.
Mateo 14:30-31 RVR1960|Pero al ver el fuerte viento, tuvo miedo; y comenzando a hundirse, dio voces, diciendo: ¡Señor, sálvame! 31 Al momento Jesús, extendiendo la mano, asió de él, y le dijo: ¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste?
Con amor,
Sandra Patricia Ventura
Abreviaturas de las diferentes Biblias utilizadas:
RVR1960|Reina-Valera 1960