Ester 5:1-3 RVR1960|Aconteció que al tercer día se vistió Ester su vestido real, y entró en el patio interior de la casa del rey, enfrente del aposento del rey; y estaba el rey sentado en su trono en el aposento real, enfrente de la puerta del aposento. 2 Y cuando vio a la reina Ester que estaba en el patio, ella obtuvo gracia ante sus ojos; y el rey extendió a Ester el cetro de oro que tenía en la mano. Entonces vino Ester y tocó la punta del cetro. 3 Dijo el rey: ¿Qué tienes, reina Ester, y cuál es tu petición? Hasta la mitad del reino se te dará.
Creo que muchos hemos experimentado el silencio inconfundible de Dios, pero ha sido en medio de ese silencio, que nuestra fe se ha visto fortalecida. Hemos orado, ayunado, esperando una respuesta que no llega en el tiempo ni en la forma que imaginamos; pero ese silencio no es ausencia, sino preparación, y Ester conoció ese tipo de silencio. Cuando el edicto de muerte fue firmado contra su pueblo, ella no escuchó una voz audible del cielo, no hubo un milagro instantáneo, sin embargo, en ese aparente silencio, Dios estaba orquestando una poderosa victoria.

Notemos esto:
1. Dios trabaja en el silencio. Mientras Ester ayunaba junto a su pueblo, no recibió instrucciones claras de lo que debía hacer, pero ese tiempo de búsqueda le dio dirección espiritual que la llevaría a vencer a su adversario. Mientras ellos estaban unidos en clamor y ayuno, Dios estaba moviendo el corazón del rey en lo oculto, preparando el momento, y ajustando cada detalle para que el favor divino se manifestará.
Salmo 37:7 RVR1960|Guarda silencio ante Jehová, y espera en él. No te alteres con motivo del que prospera en su camino, por el hombre que hace maldades.
2. El ayuno y la oración preparan el terreno. Ester no se presentó ante el rey por impulso, sino que primero buscó a Dios; sus acciones no fueron emocionales, sino espirituales, ella sabía que sin el favor de Dios, la puerta permaneceria cerrada. Y lo mismo te puede estar sucediendo a ti, cuando tu clamor viene acompañado de obediencia y consagración, verás Su poder manifestarse, porque no se trata de solo pedir, sino de prepararse para recibir.
Mateo 6:6 RVR1960|Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público.
3. El favor llega cuando llega el tiempo de Dios. Después del ayuno, Ester se vistió con su vestido real, una señal de fe y de preparación y entró al palacio, arriesgando su propia vida; pero cuando el rey la vio, halló gracia ante sus ojos, y obtuvo su favor. Lo mismo sucede cuando caminamos en obediencia, lo que antes era imposible, se abre con solo tu presencia, porque Dios ya fue delante haciendo el camino, para que ninguna puerta pueda permanecer cerrada ante su orden.
Hechos 16:26 NVI|De repente se produjo un terremoto tan fuerte que la cárcel se estremeció hasta sus cimientos. Al instante se abrieron todas las puertas y a los presos se les soltaron las cadenas.
Amado lector, el silencio de Dios no es señal de abandono, sino de propósito, mientras tú esperas, Él está moviendo piezas invisibles, preparando corazones y alineando conexiones divinas. Ester no vio una puerta abierta enseguida, pero cuando se vistió de fe, el favor de Dios apareció. Así también, hay momentos en los que Dios calla, no porque te haya olvidado, sino porque está preparando una escena de victoria. Confía, porque llegará el día en que, como Ester, verás que cada lágrima, cada oración y cada silencio tenían un propósito, y este era llevarte al momento donde el Rey extiende su cetro y dice: Pídeme lo que quieras, que te será dado. Amad@, no te desesperes en el silencio, porque es allí donde tu milagro se está gestando.
Oremos juntos, Padre celestial, gracias porque aun en tu silencio estás trabajando, ayúdame a confiar aun cuando no entiendo y a permanecer fiel mientras espero en ti, sé que no es fácil, y por esto clamo por tu fortaleza, y que tu favor me preceda, por que tus tiempos son perfectos y que todo lo que preparas en lo oculto se manifestará para la gloria de tu nombre, amén.
Apocalipsis 3:8 RVR1960|Yo conozco tus obras; he aquí, he puesto delante de ti una puerta abierta, la cual nadie puede cerrar; porque aunque tienes poca fuerza, has guardado mi palabra, y no has negado mi nombre.
Con amor,
Sandra Patricia Ventura
Abreviaturas de las diferentes Biblias utilizadas:
RVR1960|Reina-Valera 1960
NVI|Nueva Versión Internacional