Levítico 6:12-13 RVR1960|Y el fuego encendido sobre el altar no se apagará, sino que el sacerdote pondrá en él leña cada mañana, y acomodará el holocausto sobre él, y quemará sobre él las grosuras de los sacrificios de paz. 13 El fuego arderá continuamente en el altar; no se apagará.
Cuando Dios enciende un fuego, no es para que dure un momento, sino para que permanezca encendido continuamente. El fuego que un día cayó del cielo sobre el altar, tenía que ser cuidado cada mañana por el sacerdote. Si el sacerdote se dormía, el fuego se apagaba; así también ocurre en nuestras vidas, Dios enciende el fuego, pero nosotros somos los encargados de mantener el altar encendido.

Cada lágrima en la oración, cada momento en la presencia, cada acto de obediencia, es una leña más que mantiene viva la llama. El Espíritu Santo nos enciende, pero requiere nuestra rendición diaria para permanecer ardiendo. El enemigo no puede apagar el fuego de Dios en ti, pero puede distraerte para que dejes de alimentarlo, porque cuando el fuego se apaga, se pierde la sensibilidad, el discernimiento, la pasión y el gozo. Por eso, el llamado del Espíritu hoy es urgente y claro: Vuelve al altar, y pon leña otra vez, porque el fuego que arde en ti puede transformar tu casa, encender a tu familia y contagiar a toda tu generación.
Efesios 5:14 RVR1960|Por lo cual dice: Despiértate, tú que duermes, Y levántate de los muertos, Y te alumbrará Cristo.
Cuando guardas Su presencia, la oscuridad no prevalece, las tinieblas retroceden y el cielo resplandece.
Tal vez hubo un tiempo en que tu corazón ardía por Dios: orabas sin cesar, adorabas con lágrimas, sentías la voz del Espíritu guiándote con claridad; pero las pruebas, el cansancio y la misma rutina terminaron enfriando esa llama. Hoy el Espíritu Santo te dice: No es tarde, todavía puedo avivar lo que creías apagado. Guarda el fuego encendido en medio de tus luchas, aun cuando otros se enfrían, aún cuando no veas resultados, porque cada oración que haces, aunque parezca pequeña, es una chispa que mantiene viva la presencia de Dios en ti.
El avivamiento no se mide por lo que sientes, sino por lo que decides cuidar, Dios puede soplar y volver a encender todo el altar. Así que no abandones tu vida de oración, añadele ayuno, vuelve a la vigilia, al cilicio, vuelve a adorar, aun cuando aun no sientas nada.
2 Corintios 5:7 NTV|Pues vivimos por lo que creemos y no por lo que vemos.
Amado lector, el fuego encendido simboliza una vida de comunión constante con el Espíritu Santo. Dios te está recordando que lo que comenzó en poder, debe continuar en fidelidad. No vivas de experiencias pasadas; el fuego de hoy necesita tu entrega de hoy. Que nunca se apague la llama de tu primer amor, y que el fuego del Espíritu te consuma hasta que no quede nada de ti, y solo Cristo sea visto. Cuando guardas el fuego, no solo mantienes tu vida encendida: mantienes viva la esperanza de una generación que verá la gloria de Dios manifestada otra vez.
Oremos juntos, Padre Celestial, aviva en mí el fuego de tu Espíritu, no permitas que la llama de tu presencia se apague por el cansancio ni por la distracción. Sopla sobre mí, Espíritu Santo, y renueva mi pasión, mi fe y mi amor por ti. Hazme un portador de fuego que encienda a otros, y que mi vida arda hasta que el mundo vea tu gloria, en el nombre poderoso de Jesús, ¡amén!
2 Timoteo 1:6 RVR1960|Por lo cual te aconsejo que avives el fuego del don de Dios que está en ti por la imposición de mis manos.
Con amor,
Sandra Patricia Ventura
Abreviaturas de las diferentes Biblias utilizadas:
RVR1960|Reina-Valera 1960.
NTV|Nueva Traducción Viviente