Día 32: Discerniendo la verdadera voz de Dios

Juan 10:27-29 RVR1960|27 Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, 28 y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano. 29 Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre.

En un mundo lleno de ruido, opiniones, filosofías y voces que buscan nuestra atención, la pregunta es: ¿Cómo saber cuál es realmente la voz de Dios? La Biblia nos enseña que Dios sigue hablando a sus hijos, pero es necesario un oído espiritual afinado y un corazón sensible para discernir Su voz de entre tantas voces que confunden. 

Samuel, siendo un niño, escuchó el llamado de Dios pero al principio no supo reconocerlo, esto nos muestra que oír a Dios no es automático, sino que requiere disposición, aprendizaje y obediencia. Dios habla de muchas maneras, a través de Su Palabra, de su Espíritu, en oración, en sueños, y también mediante circunstancias. Sin embargo, discernir Su voz implica reconocer Su carácter, porque Dios nunca se contradice, ni hablará en contra de lo que ya ha revelado en la Biblia.

1 Samuel 3:9 RVR1960| Y dijo Elí a Samuel: Ve y acuéstate; y si te llamare, dirás: Habla, Jehová, porque tu siervo oye. Así se fue Samuel, y se acostó en su lugar.

Por eso, en este devocional queremos compartir estos 3 Principios que nos enseñarán a discernir la voz de Dios.

1. La voz de Dios siempre está en armonía con Su Palabra
El salmista declaró: La suma de tu palabra es verdad. Cualquier voz que contradiga la Palabra de Dios no viene de Él; muchos han sido engañados por confundir emociones, deseos propios o incluso voces del enemigo como si fuera la voz de Dios. Por eso, la Escritura es el filtro seguro para identificar la voz divina; Dios no se contradice ni cambia de parecer, lo que dice hoy está en línea con lo que dijo ayer, y siempre confirma Su naturaleza santa, justa y verdadera; si quieres discernir Su voz, aférrate a la Palabra, porque allí tienes la brújula infalible.

Salmo 119:160 RVR1960|La suma de tu palabra es verdad, Y eterno es todo juicio de tu justicia.

2. La voz de Dios produce paz en medio de la tormenta
Cuando Dios habla, aunque nos confronte o corrija, siempre deja en el corazón una paz profunda y una certeza de que Él tiene el control; Su voz nunca confunde ni desespera; el enemigo, en cambio, grita, presiona y genera angustia, una de las formas de discernir si algo viene de Dios es analizar el fruto que deja en el corazón, ¿trae descanso o ansiedad? ¿trae confianza o miedo?, porque la verdadera voz de Dios fortalece la fe, aclara el camino y nos guía hacia la paz que sobrepasa todo entendimiento.

Juan 14:27 RVR1960|La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo.

3. La voz de Dios nos llama a obediencia y santidad
La voz de Dios siempre nos dirige a estar más cerca de Él y a apartarnos del pecado. Su voz nunca nos llevará al desorden, a la rebeldía o a lo contrario de Su voluntad, cuando Dios habla, nos mueve a actuar en obediencia; Su voz transforma, corrige, consuela y edifica. El discernimiento viene cuando comprendemos que la voz de Dios no siempre dice lo que queremos oír, pero sí lo que necesitamos escuchar para crecer en santidad y cumplir Su propósito.

Isaías 30:21 NTV|Tus oídos lo escucharán. Detrás de ti, una voz dirá: «Este es el camino por el que debes ir», ya sea a la derecha o a la izquierda.

Amado lector, discernir la verdadera voz de Dios es vital para no caer en confusión. Su voz se reconoce porque está en armonía con la Palabra, produce paz en medio de cualquier circunstancia y nos impulsa hacia la obediencia y la santidad. Así como las ovejas reconocen a su pastor, el Espíritu Santo nos entrena para identificar la voz del Maestro; si aprendemos a escucharle, caminaremos seguros en el propósito eterno que Él preparó para nosotros. 

Oremos juntos, Padre Celestial, abre mis oídos espirituales para reconocer tu voz en medio del ruido del mundo, no permitas que me deje engañar por voces extrañas ni por mis propios deseos; dame un corazón obediente que ame tu Palabra, un espíritu sensible a tu guía y la paz que confirma tu dirección. Que cada día yo pueda decir: Habla, Señor, porque tu siervo oye. En el nombre de Jesús, amén.

Juan 8:47 NTV|Los que pertenecen a Dios escuchan con gusto las palabras de Dios, pero ustedes no las escuchan porque no pertenecen a Dios.

Con amor,
Sandra Patricia Ventura

Abreviaturas de las diferentes Biblias utilizadas:
RVR1960|Reina-Valera 1960
NTV|Nueva Traducción Viviente

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