Isaías 66:9 RVR1960|Yo que hago dar a luz, ¿no haré nacer? dijo Jehová. Yo que hago engendrar, ¿impediré el nacimiento? dice tu Dios.
El propósito de Dios en nuestra vida no es un accidente ni un producto de la casualidad. Desde antes de nacer, Él nos formó con un plan específico y eterno; eso significa que tu existencia no comenzó el día de tu nacimiento, sino en el corazón de Dios desde la eternidad. Sin embargo, todo propósito de Dios necesita ser gestado, cuidado y dado a luz. Tal como una mujer atraviesa dolores de parto antes de ver a su hijo en brazos, así también el creyente atraviesa procesos, luchas y temporadas de espera antes de ver manifestado el plan divino. La Biblia es clara: lo que Dios siembra, inevitablemente dará fruto, pero el nacimiento implica perseverancia, fe y obediencia.

Jeremías 1:5 RVR1960| Antes que te formase en el vientre te conocí, y antes que nacieses te santifiqué, te di por profeta a las naciones.
Hoy veremos 3 principios de cómo dar a luz al propósito divino que Dios ha puesto en nosotros, y qué significa caminar hasta el cumplimiento de lo que Él diseñó.
1. El propósito divino se concibe en intimidad
Un hijo no se concibe en público, sino en un lugar de intimidad; y es lo mismo que ocurre con el propósito de Dios, este no nace en medio del ruido, sino en los momentos secretos de comunión con el Padre. Habacuc esperó en la torre de vigilancia para oír la voz de Dios, y allí fue impregnado con la visión divina.
Si descuidamos la intimidad con Dios, no podremos concebir su plan en nosotros; la oración, la meditación en su Palabra y la adoración son el vientre espiritual donde Dios deposita sus sueños en nuestro corazón, y sé que muchos se frustran porque quieren ver fruto sin primero pasar por el proceso de concebir en lo secreto, pero quién se esconde en Dios recibe lo eterno, y lo que Él nos entrega en esa intimidad el enemigo no lo podrá robar.
Pregúntate: ¿qué tanto tiempo paso a solas con Dios para engendrar ese propósito en mí?
Habacuc 2:1-3 RVR1960|2 Sobre mi guarda estaré, y sobre la fortaleza afirmaré el pie, y velaré para ver lo que se me dirá, y qué he de responder tocante a mi queja. 2 Y Jehová me respondió, y dijo: Escribe la visión, y declárala en tablas, para que corra el que leyere en ella. 3 Aunque la visión tardará aún por un tiempo, mas se apresura hacia el fin, y no mentirá; aunque tardare, espéralo, porque sin duda vendrá, no tardará.
2. El propósito divino atraviesa dolores de parto
Toda mujer que está a punto de dar a luz experimenta dolores que anuncian que la vida está a punto de manifestarse. En lo espiritual sucede igual: antes de ver el cumplimiento del propósito, atravesamos luchas, pruebas y aparentes retrasos. El dolor no es señal de abandono, sino de proximidad; cuando más difícil se vuelve la prueba, más cerca estás de ver el cumplimiento. Dios usa el quebrantamiento para pulir tu carácter, para remover la autosuficiencia y para hacerte depender absolutamente de Él. Sin dolor no hay madurez; sin presión no hay formación; sin lágrimas no hay cosecha de gozo. Estos dolores de parto son temporales, pero el fruto será eterno; no temas si hoy sientes cansancio: el Espíritu Santo es tu partera divina, el que te acompaña en medio del parto para asegurarte que lo que Dios empezó en ti llegará a nacer. ¡Aleluya!
Isaías 37:3 RVR1960|Los cuales le dijeron: Así ha dicho Ezequías: Día de angustia, de reprensión y de blasfemia es este día; porque los hijos han llegado hasta el punto de nacer, y la que da a luz no tiene fuerzas.
3. El propósito divino se manifiesta para la gloria de Dios
Cuando finalmente el propósito se cumple, el riesgo más grande es creer que fue por nuestra fuerza o capacidad. Pero la Palabra es clara: lo que nace en nosotros tiene como fin dar gloria al que lo concibió. La Palabra dice que el dolor de parto de Sion terminaría en liberación y redención, porque el nacimiento del propósito trae fruto no solo para el que lo recibe, sino para todo un pueblo.
Tu propósito no es un trofeo personal, sino un testimonio vivo de la fidelidad de Dios. Al manifestarse, tu vida se convierte en una señal para otros que Dios cumple lo que promete, que nada es imposible para Él y que Su palabra nunca vuelve vacía. El propósito que Dios gesta en ti siempre tendrá un alcance mayor que tu propia vida. Es semilla de transformación para ti y tus generaciones.
Miqueas 4:10 RVR1960|Duélete y gime, hija de Sion, como mujer que está de parto; porque ahora saldrás de la ciudad y morarás en el campo, y llegarás hasta Babilonia; allí serás librada, allí te redimirá Jehová de la mano de tus enemigos.
Amado lector, dar a luz el propósito divino no es fácil: implica intimidad, paciencia, dolor y perseverancia. Pero es seguro, lo que Dios ha concebido en ti no quedará estéril, porque Él es fiel en cumplir lo que prometió. Si hoy sientes que estás en medio de los dolores de parto, no renuncies, porqué estás más cerca del alumbramiento de lo que imaginas.
Oremos juntos, Padre celestial, gracias porque me formaste con un propósito eterno, aunque los procesos sean difíciles y los dolores intensos, creo que tú eres fiel para dar a luz lo que has sembrado en mí. Dame fuerzas en medio de la espera y fe en medio de la batalla, para que el día de la manifestación pueda reconocer que todo fue por tu gloria, en el nombre de Jesús, amén.
Job 42:2 RVR1960|Yo conozco que todo lo puedes, Y que no hay pensamiento que se esconda de ti.
Con amor,
Sandra Patricia Ventura
Abreviaturas de las diferentes Biblias utilizadas:
RVR1960|Reina-Valera 1960