1 Corintios 1:10 RVR1960|Os ruego, pues, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que habléis todos una misma cosa, y que no haya entre vosotros divisiones, sino que estéis perfectamente unidos en una misma mente y en un mismo parecer.
La división es una de las armas más sutiles y destructivas que el enemigo ha usado desde el principio. No siempre viene en forma de guerra abierta; muchas veces se manifiesta en chismes, celos, murmuraciones y rivalidades dentro del pueblo de Dios. Donde la unidad se rompe, la presencia y la gloria de Dios se apagan. Jesús oró para que su iglesia fuese una, así como Él y el Padre son uno. El espíritu de división no es un simple conflicto humano, es una estrategia espiritual para debilitar la iglesia y apagar su autoridad; si queremos avanzar en victoria, debemos discernir y romper con toda raíz de división.

Juan 17:21 RVR1960|para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste.
Principios para vencer el espíritu de división
1. La humildad como antídoto contra la división
El orgullo es la raíz que alimenta al espíritu de división, porque busca imponer su opinión, su reconocimiento o su poder; la humildad, en cambio, desarma los argumentos del enemigo, ser humilde no significa pensar menos de uno mismo, sino pensar menos en uno mismo y más en el cuerpo de Cristo. Cuando la iglesia adopta la mente de Cristo —quien siendo Dios se despojó y tomó forma de siervo— se rompe la cadena que el divisor intenta usar para manipular corazones; en la práctica, cada vez que decidimos ceder en lugar de contender, preferir la paz en lugar de ganar una discusión, estamos levantando un muro contra la división.
Filipenses 2:3 RVR1960|Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo;
2. El amor como vínculo perfecto que sofoca la contienda
El amor ágape es más que un sentimiento, es un compromiso sacrificial de valorar al otro, aunque piense distinto; por eso la división próspera donde el amor se enfría. El amor desactiva las ofensas, cubre las faltas y abre la puerta a la reconciliación; cuando el amor gobierna, la comunidad se convierte en un reflejo de la Trinidad misma, diversa pero indivisible. Amar no es opción secundaria; es la armadura esencial que nos guarda de la fragmentación, así, incluso las heridas que podrían servir como terreno para la división, se convierten en testimonios de restauración y perdón.
Colosenses 3:14 RVR1960|Y sobre todas estas cosas vestíos de amor, que es el vínculo perfecto.
3. La unidad en el Espíritu como estrategia contra las artimañas del enemigo
La unidad no es un logro humano, es un don del Espíritu que debemos guardar con diligencia. El enemigo sabe que una iglesia dividida es una iglesia debilitada; por eso busca sembrar sospechas, malentendidos y chismes; pero cuando el pueblo de Dios permanece consciente de su propósito común y de su llamado eterno, desbarata las maquinaciones del divisor. Guardar la unidad requiere vigilancia, discernir qué conversaciones alimentan la comunión y cuáles la corrompen, decidir en oración cómo responder ante la provocación y levantar continuamente altares de intercesión para que el Espíritu mantenga la armonía. La unidad no es uniformidad, sino diversidad que fluye en un mismo Espíritu.
Efesios 4:3 RVR1960|solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz;
Amado lector, el espíritu de división es un veneno que destruye silenciosamente, pero el amor y la unidad en Cristo son el antídoto. La iglesia que permanece en unidad se convierte en un ejército imparable, lleno de gloria y poder. Es por esto que el Señor nos llama a discernir, cerrar las puertas al enemigo y restaurar la unidad. Recordemos que el que gana almas es sabio, pero el que destruye con división se convierte en instrumento del adversario, así que caminemos en unidad, porque solo así veremos el avivamiento y la gloria de Dios manifestarse en medio de nosotros.
Oremos juntos, Padre Celestial, en este día 10 de ayuno venimos delante de ti para pedirte perdón por toda semilla de división, contienda o murmuración que haya en nosotros; en el nombre de Jesús, rompemos con el espíritu de división en nuestra familia, en nuestra iglesia y en nuestras relaciones. Declaramos que la unidad de Cristo gobierna nuestros corazones, y que tu amor nos hace uno, que tu Espíritu Santo nos una en propósito, en visión y en fe. Amén
Efesios 5:15-16 RVR1960|15 Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios, 16 aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos.
Con amor,
Sandra Patricia Ventura
Abreviaturas de las diferentes Biblias utilizadas:
RVR1960|Reina-Valera 1960