1 Juan 1:9 RVR1960|Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.
Existen prisiones que no tienen barrotes de hierro, ni puertas cerradas con candados, son prisiones del alma, hechas de culpa persistente. A veces, aunque Dios ya nos ha perdonado, seguimos cargando un peso en el corazón, y aunque sabemos que Jesús murió para darnos libertad, caminamos como si aún estuviéramos condenados.
El enemigo lo sabe, sabe que si logra que vivas siempre sintiéndote indigno, nunca te acercarás con confianza al Señor; sabe que, si mantiene tu mente atrapada en lo que hiciste mal, te impedirá disfrutar lo que Dios quiere hacer contigo hoy. Por eso te susurra constantemente: No eres suficiente, no mereces ser usado por Dios, Él nunca se olvidará de lo que hiciste.

Salmo 103:12 RVR1960|Cuanto está lejos el oriente del occidente, Hizo alejar de nosotros nuestras rebeliones.
La palabra condenación en el griego es katákrima, que significa literalmente: una sentencia judicial en contra, un veredicto de culpabilidad con castigo. También viene del latín: condemnatio, que refleja la misma idea: una declaración legal de que alguien es culpable y merece ser castigado.
Pero en Cristo, ese juicio ha sido anulado, ya no hay veredicto de culpabilidad sobre tu vida. Cuando Jesús murió por ti, cargó con la condena que te correspondía a ti, y cuando Él resucitó, lo hizo como prueba de que el juicio había terminado y tú habías sido declarado libre. A veces pensamos que vivir sintiéndonos culpables es una forma de ser humildes o espirituales, pero en realidad, es una trampa del enemigo para robarnos la paz y para alejarnos del propósito de Dios.
La verdadera humildad no consiste en arrastrarse bajo el peso de la culpa, sino en creer en el poder de la sangre de Cristo que nos limpia y nos hace nuevos.
Isaías 43:25 RVR1960|Yo, yo soy el que borro tus rebeliones por amor de mí mismo, y no me acordaré de tus pecados.
Jesús murió en la cruz no solo para salvarnos del infierno, sino para que pudiéramos vivir libres aquí y ahora. Libres de condenación, libres de vergüenza, libres del pasado; si Él ya te perdonó, ¿por qué sigues castigándote? ¿Quién eres tú para mantenerte atado a algo que el Señor ya dejó atrás? La culpa persistente es como una cadena invisible que te detiene y no te deja avanzar. Es hora de romper esa cadena.
Hoy el Señor quiere recordarte que Su gracia es más grande que tu error, y que Su amor es más fuerte que cualquier caída, no eres lo que dice tu pasado, ni mucho menos lo que decía tu pecado, eres hijo de Dios.
Romanos 8:1 RVR1960|Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.
Amado lector, levántate, camina en libertad; cada vez que el enemigo venga a recordarte lo que fuiste, recuérdale lo que eres ahora: perdonado, amado y libre en Cristo Jesús. Oremos juntos, Padre Celestial, gracias porque tu perdón es completo y perfecto. Hoy decido soltar toda culpa que me mantiene atado. Ayúdame a creer que tu sangre me ha limpiado y que soy libre, que nunca olvide que mi pasado no define mi presente ni mi futuro; gracias por tu gracia que me levanta y me da esperanza, en el nombre de Jesús, amén.
Hebreos 10:19 RVR1960|Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo,
Con amor,
Sandra Patricia Ventura
Abreviaturas de las diferentes Biblias utilizadas:
RVR1960|Reina-Valera 1960