Volvamos a Cristo, a la plenitud de Dios

Colosenses 2:8-9 RVR1960|Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no según Cristo. 9 Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad,

El apóstol Pablo escribió a los colosenses con una preocupación profunda: el engaño espiritual que estaba infiltrándose sutilmente en la iglesia. Hoy, como en aquellos días, el cuerpo de Cristo enfrenta un reto similar. No se trata de una persecución abierta, sino de un peligro más sigiloso: la mezcla del entretenimiento, el humanismo disfrazado de espiritualidad, y la exaltación del hombre en lugar del Salvador.

Nuestra generación está viviendo un espejo de aquellos días. Estamos viendo altares llenos de luces, humo y espectáculo, pero con púlpitos secos de la Palabra; muchos salen igual que cómo entraron. Estamos predicando motivación, éxito y emociones, mientras que el sacrificio perfecto que Jesucristo hizo en la cruz, ha quedado en un rincón del olvido. ¡Qué parecido con los tiempos del apóstol Pablo! En su época, muchos se dejaban seducir por la «Filosofía Griega», los misterios religiosos y las tradiciones judías, en lugar de la simplicidad de Cristo.

Hoy, algunos creyentes están más pendientes de frases virales que de versículos bíblicos. Se han levantado maestros que rascan oídos, y multitudes que aplauden el show sin discernir la ausencia del Espíritu Santo de Dios.

2 Timoteo 4:3-4 RVR1960| 3 Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias, 4 y apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas.

Pero Dios está levantando un nuevo remanente. Está quitando las vendas. Una iglesia que clama como el ciego Bartimeo: “¡Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí!”.  Dios está soplando en los altares, no para entretener, sino para despertar conciencias dormidas. El Espíritu Santo no ha venido para que hagamos marketing con los que son libres en los servicios, sino para convencer de pecado, justicia y juicio (Leer Juan 16:8).

Marcos 10:47 RVR1960| 47 Y oyendo que era Jesús nazareno, comenzó a dar voces y a decir: ¡Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí! 

Hoy oramos para que caigan las vendas de los ojos; para que las cadenas de los sentidos dormidos sean rotas; para que el fuego de la Palabra consuma el adormecimiento espiritual; para que volvamos a escudriñar la Escritura y la iglesia regrese al mensaje del Evangelio eterno.

Hechos 17:11 RVR1960|Y estos eran más nobles que los que estaban en Tesalónica, pues recibieron la palabra con toda solicitud, escudriñando cada día las Escrituras para ver si estas cosas eran así.

Volvamos a anunciar a Jesucristo. La iglesia no fue llamada a entretener al mundo, fue llamada a anunciar al Cordero de Dios que quita el pecado del mundo (Leer Juan 1:29).  Es tiempo de dejar el show, de dejar de predicar el mensaje cómo si fuera un “menú”, donde solo predicamos lo que nos gusta, nada que confronte el pecado; debemos de levantar el nombre de Cristo. Predicar con denuedo, como Pedro en Pentecostés, no con un mensaje diluido, sino con un clamor que traspasa corazones (Leer Hechos 2:37).

Juan 16:13 RVR1960|Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir.

Amado lector, Cristo es la plenitud de Dios. No necesitamos agregarle nada, ni quitarle nada. Volvamos a Cristo. Volvamos a la cruz. Volvamos al quebranto. Es tiempo de despertar y anunciar el verdadero Evangelio. Como dijo el apostol Pablo: …“¡ay de mí si no anunciare el evangelio!” – 1 Corintios 9:16

Hechos 2:37-39 RVR1960| 37 Al oír esto, se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos? 38 Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo. 39 Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare.

Con amor,
Sandra Patricia Ventura

Abreviaturas de las diferentes Biblias utilizadas:
RVR1960|Reina-Valera 1960

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