El camino del perdón

Proverbios 29:11 NVI|El necio da rienda suelta a su ira, pero el sabio sabe dominarla.

El perdón no es un acto impulsivo ni un sentimiento pasajero, sino una decisión firme que requiere dominio propio. Muchas veces, cuando somos heridos, nuestra carne nos empuja a reaccionar con enojo, a desquitarnos o a guardar rencor. Sin embargo, la Palabra de Dios nos enseña que el sabio no se deja arrastrar por sus emociones, sino que aprende a controlarlas.

Santiago 1:19-20 NVI| 19 Mis queridos hermanos, tengan presente esto: Todos deben estar listos para escuchar, pero no apresurarse para hablar ni para enojarse; 20 pues el enojo de una persona no produce la vida justa que Dios quiere.
El camino del perdón no es fácil. A veces sentimos que perdonar es injusto, que el otro no merece nuestra misericordia. Pero si Cristo nos perdonó aún cuando no lo merecíamos (Efesios 4:32), ¿quiénes somos nosotros para negarle el perdón a alguien más? Es aquí donde necesitamos la intervención Divina, porque sin Él, el dominio propio es imposible.

El enemigo querrá que demos rienda suelta a nuestra ira y que el resentimiento gobierne nuestras decisiones. Pero Dios nos llama a la sabiduría. Nos recuerda que guardar rencor solo nos lastima a nosotros mismos y nos impide recibir su paz. “Mejor es el que tarda en airarse que el fuerte, y el que se enseñorea de su espíritu que el que toma una ciudad” (Proverbios 16:32).

Cuando sintamos que el perdón es un camino doloroso, recordemos que Dios nos acompaña en cada paso. Él nos da la fuerza para soltar lo que nos ata y la sabiduría para actuar como hijos de luz.

Romanos 12:19 RVR1960| No os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios; porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor.

Amado lector, El perdón es una decisión sabia que requiere dominio propio. No se trata de ignorar el dolor, sino de confiar en Dios para sanar y liberarnos. No demos rienda suelta a la ira, sino que aprendamos a descansar en la paz de Dios. Oremos juntos, Padre Celestial, ayúdame a no dejarme dominar por la ira, sino a ejercer el dominio propio. Sabes que me siento fragmentado en mil pedazos, pero apelo a tu socorro y tu misericordia, hazme libre, renuncio a todo esto que he dejado que me arrope, y clamo a la Sangre de Cristo para que me limpie y sane mis heridas. Enséñame a perdonar como tú me perdonaste. Sana mi corazón y guíame en el camino del perdón, aunque sea difícil de transitar, si te tengo a ti, sé que lo lograré. En el nombre de Jesús. Amén.

Proverbios 17:9 NVI|El que perdona la ofensa cultiva el amor; el que insiste en la ofensa divide a los amigos.

Con amor,
Sandra Patricia Ventura

Abreviaturas de las diferentes Biblias utilizadas:
NVI|Nueva Versión Internacional
RVR1960|Reina-Valera 1960

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