Gálatas 5:19-21 RVR1960|19 Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, 20 idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, 21 envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios.
En nuestra vida diaria, enfrentamos una lucha constante entre la carne y el Espíritu. La carne busca satisfacerse a sí misma, mientras que el Espíritu nos llama a vivir en santidad. El apóstol Pablo, al escribir a los gálatas, describe claramente las obras de la carne como acciones y actitudes que nos alejan de la voluntad de Dios y de su reino.

Estas obras no solo nos destruyen espiritualmente, sino que también afectan nuestras relaciones con los demás y con nosotros mismos. ¿Cuántas veces hemos sentido el peso de la ira, los celos o las enemistades? Estas emociones y acciones nos esclavizan y nos alejan de la paz y la libertad que sólo Cristo puede ofrecer. Como dice Romanos 8:5-6: “Porque los que son de la carne piensan en las cosas de la carne; pero los que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu. Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz.”
La solución es permanecer en la Vid Verdadera
Jesús dijo en Juan 15:5: “Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer.” La clave para vencer las obras de la carne no está en nuestras fuerzas, sino en nuestra conexión con Cristo. Cuando permanecemos en él, su Espíritu Santo nos capacita para producir frutos que glorifican a Dios: amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y templanza (Gálatas 5:22-23). Estos frutos no solo vencen las obras de la carne, sino que también transforman nuestro corazón y nuestro entorno. Como dice 2 Corintios 5:17: “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.”
Además, Colosenses 3:5-10 nos exhorta: “Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros: fornicación, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia, que es idolatría; cosas por las cuales la ira de Dios viene sobre los hijos de desobediencia, en las cuales vosotros también anduvisteis en otro tiempo cuando vivíais en ellas. Pero ahora dejad también vosotros todas estas cosas: ira, enojo, malicia, blasfemia, palabras deshonestas de vuestra boca. No mintáis los unos a los otros, habiéndoos despojado del viejo hombre con sus hechos, y revestido del nuevo, el cual conforme a la imagen del que lo creó se va renovando hasta el conocimiento pleno.”
Revísate y haz el cambio
La lucha contra las obras de la carne no es algo que podamos ignorar o minimizar. Cada día somos llamados a examinar nuestro corazón y nuestras acciones para identificar aquello que no agrada a Dios. Reflexiona sobre lo siguiente:
- ¿Hay actitudes o hábitos en tu vida que están alimentando las obras de la carne?
- ¿Estás dedicando tiempo a fortalecer tu relación con Cristo? La oración, la lectura de la Palabra y la adoración son esenciales para mantenernos conectados a la vid verdadera.
- ¿Cómo está impactando tu vida en las personas que te rodean? Cuando permanecemos en Cristo, nuestra vida se convierte en un testimonio vivo de su poder transformador.
Recuerda que no estamos solos en esta lucha. El Espíritu Santo nos guía, nos fortalece y nos da la sabiduría para tomar decisiones que honren a Dios. Filipenses 2:13 nos recuerda: “Porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad.”
Tómate un momento para reflexionar profundamente. Si hay áreas de tu vida que necesitan ser rendidas a Dios, hazlo ahora. No permitas que las obras de la carne te alejen del propósito glorioso que Dios tiene para ti. Como dice el Salmos 139:23-24: “Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis pensamientos; y ve si hay en mí camino de perversidad, y guíame en el camino eterno.”
Amado lector, hoy es el día para tomar una decisión, desconectarte de las obras de la carne y permanecer unido a Cristo, la vid verdadera. En él encontramos la fuerza para vencer, la gracia para levantarnos y el poder para vivir una vida que refleje su amor y santidad. Como dice el Salmos 1:1-3: “Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos, ni estuvo en camino de pecadores, ni en silla de escarnecedores se ha sentado; sino que en la ley de Jehová está su delicia, y en su ley medita de día y de noche. Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas, que da su fruto en su tiempo, y su hoja no cae; y todo lo que hace, prosperará.” Oremos juntos, Padre Celestial, reconozco que muchas veces he caído en las obras de la carne y me he alejado de ti. Hoy decido permanecer en ti, la vid verdadera. Lléname de tu Espíritu Santo para que pueda dar frutos que glorifiquen tu nombre. Ayúdame a vencer las tentaciones y a caminar en tu luz. En el nombre de Jesús, Amén.”
Con amor,
Sandra Patricia Ventura
Abreviaturas de las diferentes Biblias utilizadas:
RVR1960|Reina-Valera 1960