Eclesiastés 4:4 PDT|Vi que la gente por envidia trata de triunfar y ser mejor que los demás; no les gusta que los demás tengan más que ellos. Eso tampoco tiene sentido, es como tratar de atrapar el viento.
El Predicador nos invita a reflexionar sobre una realidad que afecta al corazón humano: La tendencia a medir nuestro valor en comparación con los demás. Muchas veces, los logros y esfuerzos humanos se convierten en un campo de batalla emocional, donde la envidia y la rivalidad toman protagonismo. Este comportamiento no solo nos aleja de Dios, sino que también nos roba la paz interior. La envidia nace cuando apartamos la mirada de Dios y la fijamos en lo que otros tienen o hacen en el trabajo, en la congregación, o hasta en la familia; porque es peor la envidia de un hermano que el odio de un enemigo. Este espíritu nos lleva a una vida de constante insatisfacción y aflicción, como lo describe el versículo. Sin embargo, el Señor nos llama a vivir con un propósito eterno, recordándonos que no hagamos nada por contienda o por vanagloria; antes bien, con humildad estimando cada uno a los demás como superiores a sí mismo.

Filipenses 2:3 PDT| No hagan nada por rivalidad ni orgullo. Sean humildes y cada uno considere a los demás como más importantes que sí mismo.
Cuándo nuestras motivaciones están alineadas con los principios de Dios, nuestras obras dejan de ser un medio para competir y se convierten en una forma de glorificar a nuestro Creador. Jesús mismo nos enseñó a buscar primeramente el reino de Dios y su justicia, confiando en que Él añadiría todo lo que necesitáramos (Leer Mateo 6:33). En lugar de envidiar, debemos confiar en Su plan divino y perfecto para nuestras vidas.
Cómo vencer la envidia?
1- Reconoce tus emociones. Si sientes envidia o te vives comparando, llévalas en oración ante Dios. Reconociendo que estos sentimientos son una señal de que necesitas depender más de Él.
2- Renueva tu mente. Permite que la Palabra de Dios transforme tus pensamientos. Medita en Romanos 12:2, que dice: «No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento.»
3- Confía en el plan de Dios. Recuerda que Su propósito para ti es único y perfecto. «Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz y no de mal.» (Jeremías 29:11).
4- Aprende a celebrar a otros. Aprende a alegrarte por las bendiciones y logros de los demás, pídele al Espíritu Santo que te enseñe a hacerlo, sabiendo que Dios tiene algo especial reservado para ti también.
Romanos 12:15 PDT|Alégrense con los que están alegres. Lloren con los que lloran.
Amado lector, el verdadero gozo no se encuentra en competir con los demás, sino en vivir en el centro de la voluntad de Dios. Cuando dejamos de lado la envidia y confiamos en Su propósito, encontramos paz y satisfacción en lo que somos y en lo que hacemos. Recuerda que cada talento, cada oportunidad y cada logro son un regalo de Dios para Su gloria. Oremos juntos: Padre Celestial, en este día vengo delante de ti reconociendo que muchas veces he caído en la trampa de la envidia y la comparación. Perdóname por no valorar las bendiciones que me has dado y por desviar mi mirada de Ti. Ayúdame a renovar mi mente y a alinear mis motivaciones con tu voluntad. Enséñame a trabajar con un corazón puro, buscando glorificarte en todo lo que hago. Limpia mi corazón de cualquier sentimiento que no venga de ti, y dame la capacidad de alegrarme por los logros de otros, sabiendo que tu plan para mi vida es perfecto. Confío en que lo que has preparado para mí es bueno y suficiente. Gracias por ser mi provisión y mi sustento. En el nombre de Jesús, amén.
Con amor,
Sandra Patricia Ventura
Abreviaturas de las diferentes Biblias utilizadas:
PDT|Palabra de Dios para Todos